Se habla mucho sobre la huella de carbono, pero ¿y qué pasa con la huella hídrica o huella del agua? ¿Sabemos realmente qué significa y cómo se mide? La sostenibilidad no solo se centra en el medio ambiente, sino en muchas otras áreas. Aunque parezca que el cuidado del medio ambiente únicamente implica acciones centradas en la reducción de emisiones, también tiene en cuenta la biodiversidad, la gestión de los recursos y el agua.
Para la agricultura, el agua es el eje central. Cada patata o cada naranja que consumimos en nuestra mesa, lleva detrás miles de litros de agua. Esa agua es lo que llamamos huella hídrica.
Reducir nuestra huella hídrica es la única forma de asegurar los alimentos para las futuras generaciones, ya que la población no deja de crecer, así como los desastres naturales, las sequías prolongadas, la desecación de los acuíferos… por lo tanto, ya no es una opción, es nuestra obligación para asegurar el alimento de nuestros hijos e hijas.
La agricultura regenerativa es un tipo de cultivo que busca restaurar la salud del suelo y la biodiversidad de los agroecosistemas, en lugar de solo mantenerlos, por lo que se convierte en nuestro aliado para conseguir la reducción dl consumo de agua.
¿Qué es la huella hídrica?
Es un indicador medioambiental que mide el volumen de agua utilizado a lo largo de toda la cadena de producción de un bien de consumo o de un servicio. Se ha convertido en una medida imprescindible para lograr la reducción del consumo de agua.
Se definen tres tipos:
- Huella hídrica azul: agua de ríos, lagos o acuíferos que extraemos para riego.
- Huella hídrica verde: agua de lluvia que se queda en el suelo y aprovechan los cultivos.
- Huella hídrica gris: el agua que haría falta para diluir contaminantes procedentes de fertilizantes o pesticidas.
La huella hídrica viene determinada por cuatro factores:
· Volumen total del consumo: existe una correlación entre el Producto Interior Bruto (PIB) de un país y su huella hídrica. A mayor PIB, mayor huella hídrica
· Patrones de consumo: para la fabricación de según qué alimentos, es necesaria más o menos agua, por lo que, las costumbres, los patrones de cada país, condicionarán su huella hídrica.
· Clima: el clima influye en la cantidad de agua que requieren los distintos tipos de cultivos. A mayor temperatura, mayor evaporación, por tanto, mayor volumen de agua.
· Prácticas agrícolas: países con rendimientos agrícolas bajos por culpa de la ineficiencia, presentan huellas hídricas elevadas.
Impacto de la huella hídrica en la agricultura
1. Consumo de agua en la producción agrícola
La agricultura es el sector que más agua consume, a nivel mundial alrededor del 70% y a nivel español aproximadamente el 80%. Y la mayoría de este consumo se concentra en regiones con estrés hídrico.
2. Consecuencias ambientales y económicas
El exceso de consumo y la mala gestión del agua tienen impactos ambientales:
- Acuíferos sobreexplotados y en descenso.
- Suelos salinizados y con menos fertilidad.
- Ríos y humedales cada vez más secos.
- Costes energéticos crecientes para bombear agua a mayor profundidad.
Sin un cambio de modelo agrícola, este sector se enfrentará a un ciclo vicioso de aumento de costes y disminución de la productividad debido a la degradación de los suelos, su dependencia de insumos químicos y el impacto del cambio climático, haciendo que la actividad sea insostenible a largo plazo.
Agricultura regenerativa y gestión eficiente del agua
La agricultura regenerativa se centra en recuperar los suelos que están degradados, aumentar la biodiversidad y secuestrar carbono. Busca mejorar la materia orgánica del suelo, lo que aumenta su capacidad de actuar como una esponja gigante. Un suelo más sano retiene mejor el agua, lo que reduce la necesidad de riego y hace que los cultivos sean más resistentes a las sequías.
Algunos de sus beneficios directos sobre el agua son fáciles de entender:
- Mayor infiltración, retención hídrica y menor erosión.
- Eficiencia en el riego, reducción de contaminación, recuperación de acuíferos locales y aprovechamiento de aguas pluviales.
- Mitigación del cambio climático, biodiversidad, reducción de costes.
Estrategias para reducir la huella hídrica en sistemas regenerativos:
- Mejora del suelo.
- Cultivos de cobertura.
- Rotación de cultivos.
- Captación de agua de lluvia.
Cada una de estas prácticas reduce la huella hídrica, produciendo alimentos más sostenibles y creando un ecosistema mas resiliente y productivo.
Casos de éxito
No hace falta irse lejos para ver resultados:
· Finca Valle del Conde (Córdoba): esta finca, ubicada en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, es un claro ejemplo de olivar regenerativo. Han integrado el pastoreo de ovejas para controlar la vegetación, mejorar la fertilidad del suelo y reducir la necesidad de herbicidas. Además, trabajan con cultivos de cobertura que protegen el suelo y mejoran la biodiversidad. Esta estrategia les ha permitido obtener rendimientos sin necesidad de riego, demostrando su resiliencia ante la sequía.
· Finca El Pajaretillo (Cádiz): esta finca, dedicada a la ganadería ecológica, utiliza el manejo holístico para que los animales pasten de manera controlada y regeneren el suelo. Su modelo se basa en un pastoreo planificado que mejora la salud de la tierra, aumenta la biodiversidad y produce carne de alta calidad.
· AlVelAl (Almería y Granada): es una Asociación que promueve el desarrollo del territorio ambiental, social y económico; mediante la restauración de ecosistemas, la promoción de la agricultura regenerativa, la dinamización social y el emprendimiento con impacto restaurativo.
Estos ejemplos demuestran que la transición hacia modelos regenerativos no solo es posible si no que ya está en marcha.
No debemos medir el éxito de la agricultura únicamente en toneladas de alimentos producidas. Debemos desviar el foco a la eficiencia del uso del agua. Este debe ser un indicador clave de su sostenibilidad. Para ello, la huella hídrica nos muestra de forma clara y transparente la viabilidad de los métodos de producción de alimentos.
La agricultura regenerativa aparece como una de las vías más prometedoras para reducir esta huella, al mejorar la salud del suelo, aumentar su capacidad de retención y reducir la contaminación. Producir más con menos agua no es solo una aspiración ambiental: es una necesidad económica y social.
Y es aquí donde, entidades como EQM Consulting apoyan a agricultores y empresas agroalimentarias en la medición de su huella hídrica y en la implantación de prácticas regenerativas. Porque el futuro de la agricultura dependerá, en gran parte, de nuestra capacidad de gestionar cada gota con inteligencia.
¿Y tú? ¿Has calculado la huella hídrica de tu cultivo o de tu empresa? Quizá sea el primer paso para descubrir que hay margen de mejora… y de ahorro.